Avances tecnológicos y tradición se mezclan en Aída

En el capítulo de ayer de Aída se produjo una explosiva mezcla y contrastes entre los nuevos avances que la ciencia nos va proporcionando y las antiguas costumbres y tradiciones de toda la vida.

Por un lado, Chema, como siempre, sigue con mil y un problemas para sacar adelante su negocio. Unos ultramarinos que han pasado de padre a hijo y que llevan en el barrio toda la vida. Esta vez, la causa de sus males es internet. Una cadena que permite hacer pedidos a través de la red está arruinando el negocio de Chema. Hasta el punto que sus propios amigos, que también han sido clientes de toda la vida, compran en la competencia por comodidad y buenas ofertas y por vergüenza tratan de esconder a Chema este hecho. Éste se vuelve loco, hasta el punto de insultar a sus clientes y de dejar sin luz a todo el barrio pensando que sólo iba a cortar el cable de internet.

Por otro lado, Luisma y Macu estaban preparando su boda, en parte obligados por Mauricio, que no puede consentir que su sobrina tenga un hijo «en pecado». La madre de Luisma, que no quiere que su hijo se case forzado, como ya le paso a Aída, y arruine su vida, finge que éste ya se encuentra casado y por tanto no lo puede hacer por segunda vez. Así se truncaron los planes de Mauricio hasta que descubrió que todo era un engaño, momento en el que reinició nuevamente los planes de matrimonio entre los jóvenes. Aunque este hecho ha servido para que Macu se de cuenta que Luisma no le quiere y se plantee si lo mejor e volver a su pueblo y rehacer su antigua vida. Veremos que pasa finalmente con la boda y con el niño, porque sin duda alguna ver a Luisma de padre debe ser espectacular.

Por tanto, tradición y nuevas tecnologías se mezclaron ayer en Aída, y pudimos ver que no hacen muy buenas migas. Eso sí, nos hicieron pasar un rato divertido.