‘Toledo’ un bodrio tedioso cortesía de Antena 3

 

De lo que adolecen las series históricas en España es de falta de rigor histórico y ‘Toledo’ no iba a ser la excepción. La Historia es moldeada a conveniencia para contarnos, con el pensamiento actual, unos hechos y formas de vida que en la Edad Media no acontecieron así.

Antena 3 ha creado una ficción a la medida de la célebre Alianza de Civilizaciones y lo ha transportado a la corte de Alfonso X para relatarnos que bajo su reinado tres culturas distintas fueron capaces de convivir en paz y armonía porque él fue un rey pacifista cuyo estandarte fue la tolerancia. Pues nada más lejos de la realidad: Hijo de un rey guerrero, Fernando III ‘El Santo’, Alfonso X prosiguió con el esfuerzo reconquistador de su padre y a él se debió la conquista de plazas como Murcia e incluso, en 1260, la incursión sobre Rabat, que tomó y quemó.

Para ser más que suficientes las luchas contra los musulmanes, tal y como recita Juan Diego en una escena de la serie, puso mucho empeño en arrebatar territorio a los moros en la Península y en cruzar el estrecho para llegar a la actual capital de Marruecos y arrasarla. En definitiva, de pacifista tuvo poco y Antena 3 nos vende la moto del rey tolerante. Pero siempre hay alguien dispuesto a comprarla pues ayer más de tres millones de espectadores aguantaron hasta el final del primer episodio. Qué valor porque a lo largo del capítulo sentí tentaciones por cambiar de canal y poner fin a ese compendio de sobreactuaciones, topicazos y cuentos chinos. 

Junto al guión, las interpretaciones son de lo peorcito. En España debe haber una maldición con los actores jóvenes porque no resultan creíbles nunca. Maxi Iglesias volvía a ser Cabano pero disfrazado y al pobre Juan Diego había escenas donde no se le entendía lo que decía. Poca intensidad ví en Eduard Farelo cuando Rodrigo, su personaje, llora la muerte de su esposa asesinada. Tan poca que creo que llora hacia adentro. Ni una lágrima derramó en la escena. Y eso que era una tragedia.
A Rubén Ochandiano le quedaba muy grande el personaje y los príncipes de Castilla son dos esperpentos: uno un putero y el otro un violador. De las pocos que se salvan es Patricia Vico como la reina Violante a la que ví correcta en su papel.

La escena de la carga musulmana contra la aldea cristiana está pillada con alfileres, muy poco creíble. Como todas las de lucha que vimos ayer. Pero si las escenas de acción no cumplen como reclamo porque son cutres, siempre quedarán las de sexo o las de higiene femenina. No se necesitan muchos medios para llevarlas a cabo, con que se vean bien los senos de la actriz en cuestión vamos sobrados.Y es una pena porque el vestuario de ‘Toledo’ está muy bien elaborado.

Si aún no la habéis visto, el primer episodio permite darte cuenta de que para crear ‘Toledo’ nadie ha abierto un libro de Historia en su vida, y no tienen intenciones de hacerlo. Los personajes carecen de matices más allá de la bondad o la maldad extrema encarnada esta última como siempre, en este país, por la Iglesia Católica mostrándonos una vez más la falta de originalidad de los guionistas a la hora de buscar antagonistas.
Finalmente, el elenco no da la talla porque o sobreactúan o no se les entiende al hablar.

En resumen, ‘Toledo’ es un bodrio.  Una serie para adolescentes salidillos y adultos incultos que se dejan tomar el pelo por esta serie pseudohistórica.